Me hacia distinto al otoño, me lo imaginaba con más alegría. Si bien el otoño trae esa esencia de pérdida, ver todas esas hojas color amarillo me hacen pensar que tiene mucha calidez interior.
Las hojas se secan, de ese color verde vivo, pasan tan fácilmente a morir, a dejarse matar, y después de un largo rato de dolor, se dejan caer, sin más, abriéndole paso a las futuras que en la próxima primavera nacerán.
Pero, todas esas hojas secas, esos fragmentos de un cuerpo que lentamente murió para luego renacer, ¿Qué son de ellas?, una vez que caen, con su bello color dorado, son aplastadas, machacadas y pisadas por todos los peatones que transitan ese camino. Ellas no solo sufren el transcurso de su muerte, también lo hacen luego de morir.
Se ven tan hermosas inclusive muertas. Se ven mas hermosas que vivas.
Pero es así, como las hojas de los arboles, de eso se trata el otoño, de apagarse un rato, de secarse un poco,
y dejarse caer.
