Equinoccio de Otoño.
"Noche igual", el día en el que el sol alcanza el cenit, el punto más alto en el cielo en relación con nosotros, los observadores. La misma luz en ambos hemisferios. Tiempo de cambios, día por noche, invierno a primavera, verano por otoño. Una quinta parte de mi ventana abierta, y comienzo a sentir el viento frío y tibio que anuncia, que confirma.
La llegada del otoño, año tras año, genera en mi una sensación de intriga, de tímido frenesí. No hace calor pero tampoco hace frío, no se si es blanco o si tal vez es negro: es gris, incomformable, inapetente. No se si estoy, o es que ya me fui.
Todo envejece, todo muere, todo se esconde, temporalmente, por miedo quizá, para 83 días, 14 horas y 24 minutos después volver a nacer, volver.
No entiendo porque nos llega el otoño, un adelanto de lo triste, de lo amargo y café. Tal vez para acostumbrarnos al cambio, o para acostumbrarnos a tener que acostumbrarnos.
Una parte de otoño me hace, me tira. Me incentiva.
Soy una parte de esto.
Soy veinte otoños.
J.h.
"Noche igual", el día en el que el sol alcanza el cenit, el punto más alto en el cielo en relación con nosotros, los observadores. La misma luz en ambos hemisferios. Tiempo de cambios, día por noche, invierno a primavera, verano por otoño. Una quinta parte de mi ventana abierta, y comienzo a sentir el viento frío y tibio que anuncia, que confirma.
La llegada del otoño, año tras año, genera en mi una sensación de intriga, de tímido frenesí. No hace calor pero tampoco hace frío, no se si es blanco o si tal vez es negro: es gris, incomformable, inapetente. No se si estoy, o es que ya me fui.
Todo envejece, todo muere, todo se esconde, temporalmente, por miedo quizá, para 83 días, 14 horas y 24 minutos después volver a nacer, volver.
No entiendo porque nos llega el otoño, un adelanto de lo triste, de lo amargo y café. Tal vez para acostumbrarnos al cambio, o para acostumbrarnos a tener que acostumbrarnos.
Una parte de otoño me hace, me tira. Me incentiva.
Soy una parte de esto.
Soy veinte otoños.
J.h.